lunes, 17 de mayo de 2010

La Princesa de los Zapatitos de Colores.



Hola a todos:

Es bien conocido por todos nosotros que aun en estos tiempos modernos todavía se sufre mucha "Violencia contra la Mujer" y que es algo que parece que no tiene una solución pronta y fácil.

Una de mis queridas lectoras me mandó este cuento que ella escribió, basado en una historia real de una amiga suya que esta pasando la grave pérdida de sus hijos por la venganza ejercida por su ex-pareja. Les dejo el texto que ella me envió. Y sus comentarios o si saben como podemos ayudar a esta mujer, serán bienvenidos.

Hola:
Te agradezco hayas abierto este correo. Te estoy enviando una historia basada en un hecho de la vida real, para rendir homenaje a una muy buena amiga con la fortaleza de vivir por casi cinco años sin que le permita el padre ver a sus hijos.
Lo que quiere la madre es poder ver a sus hijos y compartir el espacio de vida de sus hijos con el padre, tal y como lo dictaminó el Juez.
Si tú tienes algo que comentarme o sabes quién puede apoyar a hacer realidad su derecho de madre, te pido por favor me lo hagas saber y también que difundas este mensaje ya que seguramente habrá otras mujeres que se vean reflejadas en esta historia, para que sepan que hay esperanza.
Hoy al estar a solas te pido una oración para que la situación se resuelva.
Mil gracias por tu solidaridad de mujer y un abrazo con cariño.

LA PRINCESA DE LOS ZAPATITOS DE COLORES.

Te quiero contar una historia que quedo atrapada en el tiempo, sobre una princesa con sus zapatitos de colores que cuando nació la Madre Naturaleza se encargó de darle muchos dones, mismos que… pero deja que te cuente.

Era una hermosa princesa. Su belleza era tan grande como su inteligencia y bondad. Desde que nació sus padres se sentían tan contentos pero igualmente al verla se llenaron de tanto temor pensando que siendo tan bella podría venir un príncipe malvado llevársela con engaños y hacerla infeliz. Aunque faltaba mucho tiempo para ese momento, la vieron crecer guardando en su corazón tal preocupación, que no le permitían a la niña salir sola del castillo o tener contacto con la gente, pues desconfiaban de todos a su alrededor.

Le pusieron una nana para que la cuidara, pidiéndole que la distrajera poniéndole todos los días unos zapatitos de colores con los que la pequeña se pasaba largas horas contemplando, asombrada por sus destellos, sin darse cuenta que los zapatos en realidad sólo llamaban su atención en lugar de servir como cualquier calzado, para caminar.

Así la princesa de los zapatitos de colores, creció bella e inteligente, aunque al margen de la maldad del mundo. Esta acción parecería buena, más la dejó desprovista de unos ojos que estuvieran listos para descubrir y alejarse del peligro.

En el castillo que vivía la princesa existía una gran biblioteca, donde ella se dedicaba días enteros a leer y leer, y poco a poco fue desarrollando otro de sus dones, que bien a bien ella no era muy consiente que lo tenía, pero que un día lo descubrió cuando su nana, lloraba en un rincón y la princesa al verla y le dijo:

-¿Qué te sucede por qué lloras con tanto dolor?

La nana le platicó su desventura y la princesa con lo que había aprendido en los libros, exclamó:

-¡ ahhh ya veo la solución!

Y ciertamente con lo que le dijo, le ayudó a resolver su gran problema.

Poco a poco la princesa se fue dando cuenta que había desarrollado el don para resolver los problemas de otros y aunque ella no podía salir del castillo la gente pobre y sencilla que vivía en el castillo se acercaba a
consultarla. Les daba consejos con gran certeza siéndole muy difícil hacer lo mismo con sus propios problemas.

En un lugar cercano vivía un hombre que siempre había soñado con casarse con una princesa, hasta ese momento no lo había logrado porque no tenía el rango ni las riquezas. El hombre estaba tan empecinado que empezó a idear cómo encontrar alguna princesa que se le dificultara ver las pocas cualidades que tenía y que estuviera lejos de descubrir que no era un verdadero príncipe.

Una mañana escuchó a un pobre jardinero relatar la historia de la princesa del castillo cercano que resolvía problemas, la cual sus padres no permitían salir, esperando la llegada de un verdadero príncipe y así poder casar a su hija con la tranquilidad de que al fin estaría en buenas manos.

El hombre entonces pensó en ir al castillo con cualquier pretexto disfrazado de “un verdadero príncipe” pues como físicamente era atractivo, y cautivaba con su forma de hablar, podría hacer creer a los padres de la princesa su gran mentira.

Y así fue que el hombre disfrazado de príncipe con una serie de artimañas, logró entrar al castillo convenciendo a los temerosos pero ingenuos padres que él sería el esposo ideal para su hija.

Habría una gran boda, la princesa estaba muy contenta ya que por fin saldría del castillo del brazo de un apuesto príncipe, que la haría muy feliz y con el cual tendría muchos hijos, pero… vino el primer problema para aquel hombre disfrazado, pues le había ofrecido a su prometida que la llevaría de viaje de bodas a lejanas tierras para conocer el mundo como nunca lo había hecho.

Estaba en un serio problema y si no resolvía pronto, peligraba su boda, cuando entonces llegaron al lugar unos poderosos señores españoles, a los cuales les urgía les fuera reparado un viejo castillo, para establecerse a vivir cómodamente en él.

El hombre que se enteró de esta situación, inmediatamente se acercó a ellos y con la enorme habilidad que tenía para convencer de sus patrañas a la gente, propuso a los señores españoles reconstruirles el lugar a cambio de una fuerte cantidad de oro para comprar los materiales y contratar gente.

Estos señores confiando en que sus palabras eran verdaderas, le entregaron una gran bolsa de monedas de oro con la cual el hombre que no era príncipe solo construyó, “Castillos en el Aire”.

La boda se celebró y los novios se fueron de viaje, al principio estaba muy contenta pues le había cumplido su deseo de conocer tierras lejanas.

Y tal como lo quería la princesa, nació su primer hijo. El hombre al principio trató de cubrir las apariencias de ser un gran señor, aprovechando que la familia de la princesa era muy querida en la región para seguir construyendo para importantes señores de la región dando como resultado que sus trabajos eran de mala calidad o solamente resultaban ser “Castillos en el Aire”.

Paso el tiempo llegó su segundo hijo, y la princesa que se le dificultaba ver sus propios problemas, no había podido descubrir del todo, el mundo de mentiras donde vivía. Al pasar el tiempo el hombre disfrazado de príncipe se fue descuidando pues pensaba que con los hijos que habían tenido, jamás la joven madre se alejaría de él y menos por el gran amor que profesaba a sus pequeños hijos.

La princesa a insistencia del esposo tuvo su tercer hijo, y con el tercero, un día llegó una mujer algo extraña pero muy amable a venderle unos zapatos que quizá no eran tan bonitos como los suyos, pero que la buena mujer le dijo que con ellos tendría el poder salir corriendo a salvo ante cualquier grave peligro.

La gente ya no confiaba en el aquel hombre por sus engaños y mentiras y poco a poco se fue quedando sin trabajo. La princesa se vio en la necesidad de ir despidiendo a sus sirvientes porque no había ya dinero a veces ni para comer. Cuando eso sucedía el mal hombre le respondía:

–Vete al castillo con tus padres, ellos te darán de comer.

Y él que ya no tenía oficio ni beneficio, se llevaba a sus tres hijos a jugar al jardín, pues eran los únicos que todavía no lograban ver el daño que hacía a la gente, en especial a su propia madre.

Así la princesa poco a poco se le acabó la alegría, se pasaba llorando, lavando, planchando y cocinando mientras el padre solo se la pasaba jugando con sus pequeños hijos impidiendo que la madre se acercara a ellos pues además de que eran todos varones, les decía:

–Mira tu madre siempre trabajando, no tiene tiempo para cuidarlos. Lo cual aunque era cierto, el mal hombre no decía que si la madre se pasaba todo el día en las labores del hogar era porque el padre no trabajaba para abastecer las necesidades de la familia.

Y sucedió que un día, el Rey de un reino cercano, que se encontraba en un gran problema, escuchó que había una princesa de tierras aledañas que
tenía el don de saber aconsejar muy bien a la gente para que saliera hasta de los más serios problemas.

Entonces el Rey llamó a la princesa y le ofreció el trabajo de consejera de la corte. La princesa estaba muy contenta, por fin ella podría tener el dinero suficiente para contratar algunas personas que le ayudaran con el cuidado de la casa y así poder disfrutar un tiempo con sus hijos.

Mas la cosa no fue tan fácil, el Rey al ver que era muy buena para resolver problemas, y él teniendo muchos contratiempos por resolver, ocupaba tanto el tiempo de la princesa que ahora estaba metida en otro dilema, si dejaba el empleo con el Rey, de qué viviría toda su familia y si regresaba a la casa sin dinero, su malvado esposo la insultaba aún delante de sus propios hijos diciéndole:

-¡Tú nunca puedes hacer nada bien!

Todo se había complicado aún más. La princesa trabajaba de día de noche, al llegar a casa el malvado hombre de los niños le quitaba su dinero y lo gastaba llevando a jugar a sus hijos, claro está, que los pequeños teniendo siempre a su lado un padre con el cual todo el tiempo era diversión, empezaron a pensar, y el padre también así se los decía, que su madre no los quería.

Era tan hábil que con sus palabras fue tejiendo mañosamente una venda en los ojos de sus tres hijos que no le permitían ver el amor y la bondad de su madre, la Princesa de los Zapatitos de Colores.

Todo era llanto y trabajo para la bella princesa, tanto que empezó a dudar de sus propias cualidades, en su mente pensaba si sería cierto que ella era noble, inteligente, bonita y además buena madre.

Cierto día regresando agotada del castillo del Rey, su marido ya la esperaba y sin ninguna pena le exigió que le entregara las monedas que se había ganado. Ella sin hacerle caso llegó y se recostó. El malvado hombre la persiguió insultándola y en ese momento ella ya tan cansada de los maltratos, en un arranque de fortaleza, se levantó y por error se calzó aquellos zapatos que según le había dicho la mujer, la sacarían de sus peores problemas.

La princesa ahora de pie, se enfrentó a su marido diciéndole:

-¡Basta ya!

Y que no le daría su dinero para que lo malgastara en demasiados juegos y golosinas para lo niños. Que ella lo emplearía en cosas mejores y necesarias para sus hijos.

El hombre al escuchar tal cosa se volteó y le pegó a la princesa.

Los niños que dormían cerca, escucharon algo y salieron corriendo a ver que pasaba, al llegar preguntaron:

-¿Qué pasa, por qué se oyen gritos?

Pero el malvado hombre les dijo:

-Ay mis pequeños hijos, (en tono quejumbroso) miren su madre me ha golpeado, es mala, muy mala sólo piensa en ella.

Los hijos que tenían la venda negra que su padre les había tejido sobre sus ojos con su habilidad para hablar y convencer, creyeron todo y una vez más la bella princesa, triste y marchita se fue a su recámara a llorar por su desventura.

El padre que se empezó a dar cuenta que la princesa ya no era tan ingenua, que ya se daba cuenta de todos sus engaños y que además se había atrevido a enfrentarlo, empezó a idear algo con que hacerle daño. Pero cómo se preguntaba insistentemente, cómo lograría vengarse de la humillación había sentido al ser descubiertas todas sus artimañas con la que había cautivado a la bella mujer.

Entonces se le vino una idea a la cabeza, se iría lejos con sus hijos para que la princesa jamás volviera a ver a sus hermosos hijos, les llenaría el corazón de rencor, diciéndoles, que ella los había abandonado y que no quería verlos más. Al principio resultó pero al estar lejos de la madre, el malvado padre ya no vio necesario seguir tejiendo la venda negra sobre los ojos de sus hijos entonces los niños en sueños recordaban a su madre, siempre cocinando, limpiando y regresando de trabajar.

El hombre al ver dudar a los niños, les dijo que su mamá había muerto, que no existía ya, pero los hijos sabían que no era cierto porque cuando platicaban con los niños del lugar les contaban historias de la princesa de los zapatitos de colores que ayudaba mucho a la gente, porque era buena y noble.

La princesa al principio no pudo hacer nada pues tan grande era el rencor que le guardaba su esposo que aun con sus zapatillas que la pusieron a salvo de los maltratos, no le fue posible llevar con ella a sus tres pequeños, porque al salir huyendo de él, el malvado hombre que nunca fue lo que decía, aprovecho para esconder a sus hijos, dejándolos fuera del alcance de su mano y de los cuidados maternales.

A lo largo de muchos años la princesa buscó mil formas de acercarse a ellos. La gente a la que había ayudado, le decía donde se encontraban sus hijos para que los viera aunque fuera por unos instantes. Al darse cuenta el padre
corría feroz e inmediatamente les volvía a colocar la negra venda de mentiras sobre sus ojos, para impedir regresaran con su madre.

Actualmente, la princesa a pedido a los sabios del lugar le ayuden a recuperar a sus hijos, pero los sabios del reino también han estado muy ocupados resolviendo los múltiples problemas.

La princesa no se rinde y ella sabe que hay para todo un tiempo, que nadie puede padecer tanto sin que un día las cosas se resuelvan con bien ya que al haber ayudado a tantas personas a resolver sus problemas, está muy segura que esta historia que está atrapada en el tiempo, adquirirá la fuerza necesaria que le devolverá a sus amados hijos.


Un gran abrazo.

domingo, 2 de mayo de 2010

No te esta atacando, se esta defendiendo.

Ignacio Larrañaga.



Hola a todos:

Aquí en mi ciudad natal se esta tomando un largo puente de descanso por la Batalla del 5 de Mayo de 1862. Así que muchos de los lectores del blog estén descansando, espero disfruten mucho esta pausa. Y el resto, que su vida diaria este llena de bendiciones en sus actividades.

Esta frase, "No te esta atacando, se esta defendiendo", cuando la pensé para ponerla aquí, me di cuenta que quizás no es muy viable para muchas situaciones, quizás no sea muy estándar, incluso, creo que habrá personas que digan, es imposible, cuando te atacan, ¡te atacan!

Les voy a poner el siguiente ejemplo que viví hace una semana, iba yo llegando a mi casa cuando vi que venia una persona a la cual llamaremos Sujeto 1 (S1) sobre una moto y traía atrás una chica, en el camino esta el Sujeto 2 (S2) que se encuentra al lado de su coche platicando con un amigo, de repente sale un perro y le ladra a S1 y para defenderse, le lanza desde su moto una patada para evitar su ataque, y el S2 se molesta y le dice algo, pues el perro es de el, el S2 se siente atacado pues el S1 intento lastimar a su perro. Lo que no alcanza a ver el S2 en ese momento es que no lo esta atacando, se estan defendiendo del ataque de su perro. Al final, en los dos es notoria su expresión facial de molestia. Pero es muy notoria para mi la molestia del S2, pues realmente no lo atacaron, respondieron a su ataque.

En los conflictos, en las peleas, algunas veces pasa que nos sentimos atacados, pero, ¿en realidad no será que se están defendiendo del nuestro?. Como cuando una mujer le dice a su marido, ¡Pégame!, ¡ya solo falta que me pegues!, o cuando nos hacen una petición y nosotros respondemos con una mala cara, o cuanto de nuestras actitudes o nuestras respuestas verbales (y sarcásticas) están literalmente "ladrando", o cuando nuestras irresponsabilidades molestan; todas esas actitudes, casi imperceptibles, son como el perro del S1, las traemos sueltas, sin correa pues, y andan atacando a todo mundo, pero como no las notamos, pues nos sentimos atacados.

Simple y poderosa, así es esta frase que pertenece al Padre Ignacio Larrañaga y que llegó a mi por las conferencias de Salvador Valadez. Nos voltea la tortilla para ver que hay del otro lado, cambia el reflector que ilumina a los demás para iluminarnos a nosotros.

Espero realmente que les guste. Un gran abrazo.

Frases Relacionadas:

El que se afecta por un insulto, se infecta.

Fuente:

Conferencias de Salvador Valadez y la vida misma.